Tlön uqbar orbis tertius ciudad seva

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Hasta la frase “todos los aspectos” es rechazable, porque supone la imposible adición del instante presente y de los pretéritos. Era un libro en octavo mayor. Como es de suponer, atribuimos a la fogosa caña del patrón ese griterío insistente… A la madrugada, el hombre estaba muerto en el corredor.

He dicho que los hombres de ese planeta conciben el universo como una serie de procesos mentales, que no se desenvuelven en el espacio sino de modo sucesivo en el tiempo. Los de naturaleza filosófica invariablemente contienen la tesis y la antítesis, el riguroso pro y el contra de una doctrina. El hecho es significativo; un par de años después, di con ese nombre en las inesperadas páginas de De Quincey (Writings, decimotercero volumen) y supe que era el de un teólogo alemán que a principios del siglo XVII describió la imaginaria comunidad de la Rosa-Cruz -que otros luego fundaron, a imitación de lo prefigurado por él.

Esa noche visitamos la Biblioteca Nacional.

El pulpero nos acomodó unos catres crujientes en una pieza grande, entorpecida de barriles y cueros. This Irish philosopher (whose name also survives in an American university: the University of California, Berkeley was named after him) is best-known for his theory of subjective idealism, which is often summarised as ‘if a tree falls in the forest and there’s nobody to hear it, does it make a sound?’ (Berkeley’s answer would be ‘no’, since things only exist when they are perceived by humans.)

For Berkeley, and for the inhabitants of Tlön, matter, or material substance – that is, real physical ‘stuff’ – doesn’t exist, but is merely an idea perceived by the mind.

Es lógico pensar que han existido -siquiera de algún modo secreto, de comprensión vedada a los hombres- en todos los momentos de esos tres plazos.

El lenguaje de Tlön se resistía a formular esa paradoja; los más no la entendieron. Naturalmente, no dio con el menor indicio de Uqbar.

II

Algún recuerdo limitado y menguante de Herbert Ashe, ingeniero de los ferrocarriles del Sur, persiste en el hotel de Adrogué, entre las efusivas madreselvas y en el fondo ilusorio de los espejos.

Ese arriesgado cómputo nos retrae al problema fundamental: ¿Quiénes inventaron a Tlön? En el caso elegido la masa de adjetivos corresponde a un objeto real; el hecho es puramente fortuito. Esa evidencia de un objeto muy chico y a la vez pesadísimo dejaba una impresión desagradable de asco y de miedo.

Indeed, one group of philosophers even negates the idea of time, arguing that the present is indefinite since we only perceive things directly in the present moment (and the past has no reality other than as a memory experienced during the present). Entiendo que era viudo, sin hijos.

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De los catorce nombres que figuraban en la parte geográfica, sólo reconocimos tres -Jorasán, Armenia, Erzerum-, interpolados en el texto de un modo ambiguo. Si nuestras previsiones no erran, de aquí a cien años alguien descubrirá los cien tomos de la Segunda Enciclopedia de Tlön.

Entonces desaparecerán del planeta el inglés y el francés y el mero español.

You can read the story here before proceeding to our summary and analysis of it below.

‘Tlön, Uqbar, Orbis Tertius’: plot summary

The narrator of the story (to whom we shall refer, for the sake of convenience, as Borges) begins by recounting how he first came to hear of the land of Uqbar. Leímos, verbigracia, que las tierras bajas de Tsai Jaldún y el delta del Axa definen la frontera del sur y que en las islas de ese delta procrean los caballos salvajes.

Por ejemplo: no hay palabra que corresponda a la palabra luna, pero hay un verbo que sería en español lunecer o lunar. Eso, al principio de la página 918.